La bailaora estrenó en el teatro Maestranza «Cuentos de Azúcar» cerrando el ciclo de baile y levantando a las dos mil personas del coliseo.
Por Marta Carrasco
En el mar de Amami un pez globo dibuja círculos en el fondo del mar creando hermosos dibujos. De la isla de Amami es Anna Sato, una cantante japones que saludó a Eva Yerbabuenaen el festival de Jerez de 2016, y como por arte de magia, Amami, Ana, Eva y el flamenco, quedaron prendados. La unión de ambos mundos, de las dos civilizaciones, acaba originando estos «Cuentos de azúcar», una obra donde se ponen a prueba los sentidos y donde la sensibilidad escapa por los poros de la piel.
En el escenario, unos dibujos hechos en metal componen un redondel. Son los dibujos del pez globo, convertidos en escenografía. En el telón de fondo un nuevo círculo por el que aparecen peces, flores de cerezo, la luna o el sol albero del Sur.
«Y baila Yerbabuena. Qué decir de este baile que no parece de este mundo.»
No se engañen, aquí no hay fusión, se trata de compartir un mismo espacio, y leyendas. El canto de Anna Sato y el baile de Eva Yerbabuena, habla de relatos ancestrales de la isla de Amami, como la historia de la bella esclava convertida en serpiente, el pájaro negro, o los espíritus que habitan en los árboles .
Anna Sato pasea delicadamente con un globo en forma de pez , el golpe de tambor la acompaña, como un cuento.
«Se vuelve hacia Sato y ella le canta, baila Eva, y no, no hay fusión, hay emoción.»