En Dos Hermanas. A 7 de septiembre de 2021
P
or amor al Flamenco no he querido hablar, por respeto al Parlamento no he querido asistir a la asamblea de socios celebrada hoy. Pero la he visto y la he oído y no puedo ni debo callar: se tiene que saber la verdad, al menos la mía.
Todos los principios son difíciles y complicados, pero aquello que incomoda a los científicos y divide a los filósofos tenía que activar entre nosotros “la conciencia” por una cuestión de valores humanos. Las dudas, miedos, incertidumbres, silencios y egos nos hacen individualistas acrecentando la ausencia de unión.
Para unir, regular, defender y dignificar laboralmente el sector artístico profesional del flamenco se concibió la asociación UNIÓN FLAMENCA sin ánimo de lucro, constituida legalmente el 16 de abril de 2020.
Tomar cartas en el asunto era y es una necesidad incuestionable, esencial y decisiva agradeciendo el camino allanado por los grandes maestros, venerando un arte que nos ayuda continuamente a encontrarnos con nosotros mismos y con el mundo.
Ha sido un camino complejo y lleno de responsabilidad asumir cargos provisionales y transitorios para proteger, con inmediatez, a un sector muy afectado por la crisis pandémica que atravesamos en el sector de artistas profesionales del flamenco y que ha estado presente en cada reflexión, decisión, deliberación… y que sin duda seguirá estándolo.
Para ello no dudé en restar tiempo a mi familia. No dudé en restar tiempo a mi profesión ni dudé en dimitir después de sopesar ciertas reacciones y decisiones que consideré no afines con los propósitos de esta asociación.
Pienso humildemente y por el bien común, que no se debe rechazar a ningún grupo parlamentario de la Cámara andaluza solo porque tenga una ideología que no es afín con las creencias personales de cada uno.Unión Flamenca no es una asociación partidista o al menos así lo creo yo. Sin embargo, en la junta directiva se aprobó no reunirnos con un determinado partido político que solicitó un encuentro con nuestra organización para conocer sus reivindicaciones perjudicando, de tal manera, la defensa de los derechos de las personas asociadas.
Unión Flamenca existe para defender los derechos de nuestros colectivo asociado y para luchar contra aquellos que los vulneran. Va en contra de la naturaleza misma, de la razón de ser de la asociación, firmar «pactos de no agresión» con nadie y menos aún, con quien nos agrede vulnerando los derechos de nuestros asociados. Hacer declaraciones en los medios sobre la situación de los artistas profesionales del flamenco en los tablaos no es agredir a nadie. Sin embargo, determinado miembro de la junta directiva, de forma insistente e incluso beligerante, me instó a llamar a un representante de los tablaos para pedir perdón por tales declaraciones y así tratar de conseguir que se reunieran con nosotros. No lo hice porque a nadie puede ofender la verdad y, si ofende, es porque el ofendido convive con la mentira. No estaba dispuesta a traicionar a mis compañeros y, menos aún, como presidenta de Unión Flamenca. Han sido muchas las veces que se ha convocado a los dueños y directores de los tablaos para tratar de solucionar positivamente la situación y han sido pocos los que lo han aceptado.
De la misma forma, Unión Flamenca está para defender los intereses colectivos y no los individuales de determinadas personas. Unión Flamenca no puede ser el instrumento para llegar a según qué escenarios, programas o despachos. Y todo ello, a pesar de renunciar incluso individualmente a aquellos derechos que reclamamos para los demás. Me cansé de gritar con mis silencios. De estar presente con mis ausencias en cada una de las firmas de acuerdos, programas o reuniones con las que no comulgaba. Prediqué en el desierto.
Estos hechos, junto con otros que me reservo, fueron gotitas que colmaron mi vaso. Fueron las razones que me hicieron tomar una decisión dura y triste para mí: dimitir de mi cargo como presidenta de Unión Flamenca el 24 de junio del 2021.
Aún así sigo teniendo ilusión y fe. Sigo perteneciendo como socia a Unión Flamenca, defendiendo la causa por la que fue creada esta asociación y la necesidad de su existencia. Seguiré a disposición de la nueva junta directiva, ayudando en la medida de lo posible, reclamando la dignificación y la regulación justa y merecida de nuestro trabajo, para y por el Flamenco.
Es muy probable que haya cometido más errores que nadie y por ello pido perdón, pero doy fe de que en ningún momento ha sido intencionadamente como creo que les ha sucedido a mis compañeros de junta directiva.
Para terminar, quiero agradecer eternamente la implicación y el apoyo recibido de José Manuel Cepero Díaz como director jurídico de Unión Flamenca, de María Coronada Vázquez Barranco por dar visibilidad a este proyecto en todos los sentidos y a Susana Martínez como coordinadora del proyecto. También a mis compañeros de junta directiva por no dudar y unirse a esta iniciativa: Francisco José Arcángel Ramos, Marina Heredia Ríos, David Peña Dorantes, Andrés Marín Vargas, Rocío Márquez Limón y Rocío Molina Cruz.
Gracias a los socios de honor.
Gracias a los socios fundadores por el apoyo, la difusión y el compromiso.
Y, sobre todo, gracias a todas esas personas que se han asociado, artistas a quienes me atrevo a pedir que sigan apoyando este largo camino donde podremos dignificar nuestro trabajo.
Eva María Garrido
Eva Yerbabuena